CADA DÍA UNOS AMIGOS
Cada día baja a la playa. La acompaña su padre. Se quita rápida la ropa y se ajusta un poco el bañador. Coge su inmenso flotador y se dirige corriendo hacia la orilla. Se mete pronto en el agua. No repara en si está fría o no. En pocos minutos nadan y juegan junto a ella varios niños y niñas con edades de un dígito.
Enseguida habla con ellos. Algunas veces no le hacen ni caso pero ella sonríe y los sigue, haciendo suyos los juegos de ellos. En poco rato es una más. Su tamaño mucho más grande que los demás y su edad de unos 15 o 16 años no importan. Ella sonríe mucho y le gusta jugar. Los demás la tratan como a una de sus amigos. Desde el agua cada poco saluda a su padre con la mano. Solo sale del agua un ratito para comer una torta azucarada. Pronto está de vuelta al agua y a los juegos y risas.
Cuando los niños salen del agua ella también lo hace. La tarde está muy avanzada ya. Recogen sus cosas y se marchan.
Mañana vuelta a empezar. Volverá a la playa y con suerte encontrará a estos amiguitos o a otros. Se meterá en el agua y comenzara a hablar con los niños o niñas que ese día estén por allí. En pocos minutos será aceptada y jugará unas horas con ellos.
Los niños no se cuestionan ni quien es ni su estatura, ni la edad que a veces ella les dobla. La aceptaran por ese rato y jugarán divirtiéndose en el agua.
Cuando acabe sus vacaciones en este lugar de playa habrá conseguido hacer un extenso numero de amistades que aunque sean pasajeras, quedarán en su recuerdo y eso es lo que cuenta.
En su vuelta al cole y con niños y niñas de su edad física ya no será tan grato el tiempo. O tal vez encuentre a alguien con la sensibilidad necesaria para hacer que ella sonría.
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