La mujer es
viuda desde hace muchos años. Sus hijos viven en otra ciudad.
Cada tarde
cuando llega a su vivienda abre el buzón y coge su contenido. Son cartas del
banco y publicidad. La puerta del portal se cierra a su espalda. Toma el
ascensor hasta su planta, introduce la llave de casa y abre la puerta.
-
¡Hola
cariño! ya estoy aquí – dice la mujer al entrar.
Suelta el
bolso, se cambia los zapatos y se calza las zapatillas de casa.
-
- Te dejo la correspondencia en el despacho-
añade
En la
habitación que ella llama despacho abre uno a uno los sobres recibidos, las
facturas las guarda en un cajón. Arroja
en una papelera lo relativo a la publicidad y también los sobres vacíos de las cartas del banco.
Va hacia el
baño donde alivia su vejiga y se desmaquilla. Después en el dormitorio se pone
el pijama. Entra en la cocina y abre la nevera.
- - ¿Qué
te apetece cenar? Poco, ya lo sé. Cenaremos los restos que sobraron de
ayer
-pregunta y responde la mujer.
-pregunta y responde la mujer.
Y añade:
- - ¿Cenamos
en el salón?
Aunque no obtiene respuesta lo prepara todo en
una bandeja que lleva al salón. Come mientras ve un programa de la televisión.
Después se acomoda un poco en el mullido sofá y hace un poco de zapping. Cuando
le entra sueño se levanta y lleva la bandeja a la cocina. Se lava los dientes
en el baño y se dirige a acostarse. Ya en la cama se le oye decir en un susurro:
- - Buenas
noches cariño, un beso.
Nada más se
oye.
Es entonces
cuando besa apasionadamente a la almohada de la cama y se aferra a ella
abrazándola suavemente. La mujer añade:
- - Bueno,
amorcito, ya ha pasado otro día. Si no fuera por ti me encontraría muy sola.
¡Como espero este instante para estar junto a ti!
Besa de
nuevo la almohada, se acomoda sobre ella y se recrea en lo que es el momento más
dulce del día. Es en este momento cuando se siente arropada, cómoda y como
entre algodones tanto literal como metafóricamente.
Siempre piensa
que su pareja es sencilla y muy callada, que nunca replica nada de lo que ella
dice ni de lo que hace.
Incluso algunas
veces hasta cree que no existe.
La vecina no se lo puede creer. En la tele está su
vecina, esa señora tan callada que vive sola desde hace muchos años.
Allí está porque su hija hizo todo lo posible para que así fuera.
Allí está porque su hija hizo todo lo posible para que así fuera.
Un día la
mujer le habló a su hija de su pareja y
de lo arropada que se sentía con ella. Cuando le preguntó algunos detalles
sobre esa persona tan ideal para su madre es cuando la hija descubrió lo que
estaba pasando. Fue entonces cuando la hija atónita ante esta situación la convenció de algo que llevaba un tiempo pensando.
Era el momento de escribir a un programa de televisión. En poco tiempo fue seleccionada.
Y allí está ahora, en el programa de citas de Canal Sur que presenta Juan y Medio.
Lo que
pretende es encontrar a un compañero que se parezca a las cualidades de su
almohada (que como es obvio no pronuncia) que describe detalladamente a lo
largo del programa. También pide un poco más, pide que pueda hablar.
Suena el
teléfono en el programa.
- - Buenas
tardes caballero ¿dígame su nombre?-responde el presentador.
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