Día 22 del confinamiento, sábado 2 de abril de 2020
Hoy he
salido a hacer una compra grande con el coche al supermercado del Corte Inglés.
Hacía 18 días que hice la última gran compra.
He entrado
al garaje y he visto huecos en el aparcamiento antes siempre atiborrado.
No he visto
sonrisas en ninguna personas aunque tampoco podría decirlo con seguridad pues casi
todas iban parapetadas debajo de una mascarilla.
He visto
mucha distancia entre las personas.
No he visto largas
colas en los puestos.
He visto
mucha educación en los dependientes, aunque siempre suele ser así solo que hoy
parecen más agradables aún.
No he visto
los ojos de las personas ya que nadie miraba a los ojos de nadie, ni yo he
mirado a nadie, todos mirábamos al suelo.
He visto
gente sola haciendo la compra y no familias enteras compartiendo esa tarea.
No he visto
mucha gente mayor.
He visto guantes
y mascarillas en todos los dependientes y los clientes.
No he visto masa de hojaldre, ni fresca ni congelada.
He visto papel higiénico en los estantes.
No he visto
a ningún niño ni niña.
He visto
pasos lentos pero compra rápida.
Había silencio
y carros llenos.
Al salir y
colocar el carro en los enganches
colocados en el parking he cogido la moneda de mi carro. Me he quedado un
momento buscando entre todos los carros allí aparcados que encabezaban las
filas por si alguien por prisa por salir rápido de allí para buscar un lugar
protegido como su casa o por despiste se hubiera dejado su moneda dentro
puesta. Nunca lo he hecho, lo de mirar, si que una vez me dejé puesta una
moneda de 2 euros que alguien encontraría para su gozo.
Hoy me ha
dado por mirar las hendiduras donde se introducen las monedas por si me
encontraba alguna que sería como encontrar un tesoro o como llevarme un pequeña
alegría que compensara mínimamente lo que he arriesgado hoy por salir a comprar.
No he encontrado
moneda pero ya estoy en casa, en mi refugio y mi nevera y despensa están llenas,
por ahora.
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