Llueve. Lluvia
tras los cristales. Otra vez.
Mis gatos no
se acostumbran a que ande rápido por la casa. Me miran ojipláticos, no
entienden a que viene esa bulla, ellos que están tan tranquilos todo el día. Se ponen por medio
en el pasillo, se retiran a mi paso rápido, me miran, me maúllan.
-
- ¿Quieres
parar ya?- parecen decirme
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