LOS APLAUSOS
Hay días en
que mi aplauso es solo un choque de mano sin apenas sonido, otros días
aplaudo con ímpetu apretando fuete una mano como otra y haciendo muy sonoros
mis aplausos. Unas veces estoy mucho rato aplaudiendo, otros pocos segundos.
Todo demuestra un reflejo según el estado de ánimo de ese día o de ese momento.
Muestras tu fuerza o debilidad en esos aplausos. Pero ocurre que el aplauso de
los vecinos también nos influye y si algunos de ellos aplauden fervorosamente,
a nosotros también nos llega esa fuerza y nos hace aplaudir más intensamente.
Pero aunque a veces con cierta desgana, que no cesen los aplausos, necesitamos
saber que todos seguimos aquí, ansiamos el momento de ver las caras de los
vecinos, saber que ellos y nosotros seguimos aquí, aplaudir a todos los que lo
merecen, aplaudir y cantar el cumpleaños feliz al quien corresponde y asomarnos
a ese trozo de mundo en el que hay personas enfrente cercanas y no tan
diferentes a nosotros. Necesitamos saber que ellos, al igual que nosotros
seguimos en casa.
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