Abrir este
florido armario empotrado ubicado en un pequeño hueco en la paredes es ver
materializado en papeles y carpetas los años de estudios universitarios, la
carrera de química de mi hermano concentrada en el espacio de arriba,
la de
magisterio y pedagogía mía en el estante de abajo. Duros años los de estudio
que caben en un espacio reducido pero que folio a folio costaba gran esfuerzo
desentrañar.
Un material
que estudiado y aprobado nos ha servido para posicionarnos en un estatus de
vida de clase media trabajadora.
Los estantes
medios contienen bolsos, gorras y toallas playeras.
Abajo del
todo más bolsos y artilugios.
El papel
florido de las paredes es el sobrante del empapelado que había en el comedor
familiar en los años 70: un derroche de flores y colores que envolvía el sobrio
comedor y lo hacía vistoso y alegre. Un espacio pequeño que acogía a mi abuela,
mi padre, mi madre, mi hermano y yo con sillas de enea, mesa de formica, una
pequeña tele y un capital humano insustituible.
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