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lunes, 16 de marzo de 2020

Diario del confinamiento en casa

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Día 1 del confinamiento. Sábado 14 de marzo.

Me levanto como un día “normal”. Como es sábado no parece que vaya a ser un día diferente a los de otras semanas aunque por la tarde no iremos a ningún acto cultural ni a un bar después.
Después de desayunar nos vamos al mercado. Como todos los sábados hacemos. Pero al llegar nos encontramos con una situación que nos crea zozobra y cierto miedo porque evidencia lo que está pasando. Largas colas de gente separadas por un metro más o menos una de otra en cada puesto del mercado. Nos colocamos en la cola del pescado. Es la más corta. Las de los puestos de la carne son larguísimas, también son largas las de frutería. En la del pescado no más de 4 personas. El pescado es lo que hemos venido a buscar al mercado, carne tenemos congelada en casa para varias semanas.
Lo que nos gusta de los sábados es comprar pescado en el mercado. También desayunar en la calle, algo a lo que hemos renunciado también hoy.
El tiempo de espera en la cola nos lleva a pensar  en porque hay tan poca gente en los puestos de pescado. Mi marido y yo llegamos a la conclusión de que la gente come poco pescado y además a los niños, en general, no les gusta y sus padres los complacen. Carne y derivados de la carne es de lo que se alimentan. Consideran que ahora menos que nunca  es el momento de darle de comer pescado.
Nos queda un buen rato mientras nos toca porque cada persona que compra se lleva bastantes piezas y además se las lleva limpias y dispuestas para su elaboración algo que hacen las tres personas que despachan.
Mientras llega mi turno pienso en qué voy a cocinar con lo que compre: llevaré almejas con las que hare una sopa además si consigo perejil le dará un toque delicioso. También me apetece comer coquinas para una tapita rica como entrante. Me llevaré también un rape, con la cabeza haré caldo que podré congelar. También compraré jibia y la prepararé en salsa con mucha cebolla para congelar también y por ultimo me llevaré una dorada para el horno y comer mañana y unos boquerones gordos a la plancha para hoy.
Llega nuestro turno.
Salimos del mercado y nos vamos al súper. El supermercado en un centro comercial en pleno centro de la ciudad está repleto de todos los productos y no hay colas. También es que es temprano. Creo que los grandes super de extrarradios son los que mostraban desabastecimiento de algunos productos.
Llegada a casa, colocación de productos, cocinado de cosas, puesta de lavadoras y tendido de ropa. Nada se aleja de lo que suele ser un sábado normal. Comida y siesta sin pegar ojo porque la tele esta de fondo emitiendo noticias de la realidad que nunca hubiéramos querido que ocurriera.
Hoy es mi primer día y no voy a limpiar a fondo nada aún.
Tarde de tele y lectura.
Parecía que llovía y mucho. Nos asomamos y eran aplausos. Todas las personas de las viviendas de la urbanización están en los balcones aplaudiendo. Que emocionante es vernos en la distancia cada uno en su balcón o ventana con un mismo gesto. Unidad de personas en un gesto maravillosamente sonoro. Los aplausos es uno de los sonidos humanos que mejor suenan junto con la risa. El sonido se intensifica como si pudiera llegarles el sonido a los que va dirigido. Médicos, personal sanitario ¡ánimo va por vosotros! También va un poquito por nosotros por lo que tenemos encima. Todos lo sabemos y necesitamos comunicarlo, nos hace sentirnos cercanos. Al cabo de unos minutos entramos en casa con una sonrisa de oreja a oreja y el corazón un poco menos encogido que antes. Netflix y a dormir.

Día 2 de confinamiento. Domingo 15 de marzo.

Me levanto un poco más tarde que aquellos días que parecen lejanos pero fue anteayer en que iba a trabajar.
Como es domingo no parece un día de confinamiento. Algunos domingos los pasamos en casa sin apenas salir. Todo el día se va en estar arrumbada en el sofá con lectura, tele y jugando a un juego de mesa.
Esta tarde ya estábamos pendientes de la salida a los balcones. Hoy a las 8. Comienzan los aplausos esta vez más sonoros, también con los móviles en modo linterna encendidos y moviéndose. Alguien grita vivas. Vivan los médicos y médicas, las enfermeras y enfermeros, viva España. Todos respondemos con vivas subidos de tono. Y hasta alguien pone la nota de humor ante tanta emoción con un “viva el papel higiénico”. La respuesta es unánime: “viva”. Emocionantes minutos.
A dormir.

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