Me despierto
antes de que suene en el móvil el despertador.
Miro la hora
y me digo:
- - ¡vaya,
aún me quedaban veinte minutos para que sonara!
También cuando
despierto en ese primer segundo de consciencia suelo pensar en que sigo viva, que
sigo aquí en este mundo y eso me reconforta un poco.
La sequedad
en los ojos que noto nada más abrirlos me hace conectar con la realidad diurna.
Me dormí a
más de las 12 de la noche estando en la cama desde la 23:15, tres bochornos
sudorosos después de cortar la luz y dos idas al baño antes de rendirme al
sueño.
Me incorporo
en la cama y los dolores de cuello me espabilan un poco y me conectan más a la
realidad
-
-madre mía-susurro-¡que rigidez en la parte derecha!
Después de
varios giros de cuello, acabo con el movimiento que a cualquiera que me viera
le parecería que estoy negando, que estoy diciendo que no, que no. Algo que he
de decir más veces en mi vida, pienso. Me dirijo hacia el baño.
¡Ay por dios!-exclamo-
ya llevo dos días sin hacer lo que debería por aquí.
Me lavo la
cara y me seco en una toalla que huele a mí. No soporto la toalla usada por
otros sobre todo para secarme la cara. Me unto la piel de la misma de crema
hidratante. Ese es un pequeño placer diario. Masajeo la piel de mi cara hasta
que la crema penetra por todos los poros. La crema desprende un olor agradable.
Algunas me huelen a plástico o a pescado, en suma a olores nada agradables.
Además la untuosidad de la crema debe ser adecuada ni muy ligera ni muy
aceitosa para que no quede después brillosa en la cara por no absolverse
adecuadamente. Untuosa y de agradable olor, así es mi crema hidratante de cara
perfecta, o de la marca es secundario. El untarme la crema y darme el masaje me
hace sentirme un poco mejor cambiando un ápice las sensaciones desagradables
del despertar. Lavado de partes bajas e íntimas, si me duche por la noche eso
es lo que toca por la mañana y cambio de ropa interior. Untar poquito de crema
vaginal externa para que la sequedad no produzca cierto resquemor y lista esa
parte.
Paso de
nuevo a la cara con el ritual para la adecuación de la cara a su exposición exterior.
Lo primero son unas gotitas de lágrimas artificiales en mis secos y picosos
ojos. Varias vueltas de globo ocular con parpados bajados después, paso a
arreglarme las cejas. Peinecillo untado en máscara de color marrón cejas y a
peinar y ordenar los cuatro pelillos que tengo en mis canosas y poco pobladas
cejas. Procuro que no haya grumitos en los pelitos de las cejas y necesito
pegar mi cara al espejo para verlo mejor. Sigo con la pintura de ojos para lo
que suelo usar un color ahumado y uso la
máscara de pestañas en una ligera pasada arriba y abajo. Ahora toca el turno de
la crema solar que a veces uso coloreada. Así me cubre un poquito las arruguitas
y manchas de la piel de mi cara. Continuo con crema de labios que necesito que
sea untuosa pero de color no demasiado intenso. Decido el color en función de la
ropa que usaré ese día. O tonos rosados o tonos marrones. Los colores rojos o
fucsias quedan para muy pocas ocasiones en el año. De lo último que hago es
pasarme el peine. Un peinado por mi pelo liso y fino.
Y llega el
momento de la colonia. Me gusta ese momento. Tengo dos olores, uno más ligero y
fresco y otro más intenso y floral. Por supuesto elijo los perfumes por el
olor. Hay pocos olores que me agraden del todo y dentro de esos que me agradan
me decanto por el diseño de su envase de cristal. El frasco del más fresco me
gusta de líneas suaves, transparente y muy sencillo. El más intenso me gusta en
cristal tallado, si es posible con algún lazo o algo parecido y de color
amarillo, rosado o blanco. Me pulverizo colonia detrás de las orejas una o dos
veces en cada lado.
Me queda una
agradable sensación de haberme destacado la dignidad de persona con todos los
gestos realizados en mi cara.
Ya salgo del
baño.
Me coloco la
ropa que estaba ya decidida y preparada y voy de nuevo a repasarme el pelo con
el peine. Paso a calzarme los zapatos.
Sota caballo
y rey, es decir, aquí tengo poco que elegir, zapatos casi planos y cómodos, muy
cómodos. El diseño de mis pies cabos y con los dedos empezando a engarrotarse
no me deja opciones. Además aquí en la ciudad siempre hay que andar mucho ya
que las distancias son grandes.
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