Día 17 del
confinamiento en casa
Nunca pensamos que tan poca cosa, quedarnos
en casa, significara tanto para otros
como para nosotros, no contagiarnos ni contagiar. Nunca tan poco era tanto.
Aquí seguimos, en casita. La vivienda que
hemos podido aspirar a pagar, la que hemos decorado de manera personalizada, la
que acoge nuestros cuerpos cuando entramos, la que nos devuelve al exterior
descansados. Ese espacio del mundo más nuestro que cualquier otro. En casa no
se está mal, en nuestra casa. Otros ni siquiera están en su casa.
18 días dentro de casa sin haber salido y
los que quedan. Si no podemos tener vivencias en el mundo exterior sí que podemos
nutrir nuestra mente a través de la lectura, de series, de pelis, de radio en
un espacio confortable y cálido. Actualmente vivimos nuestra vida de puertas
adentro. Solo y exclusivamente vivimos este tiempo para nuestro cuerpo y mente,
para nuestro ser. Cuando salgamos empezaremos a compartir con otros mirando a
su cara todas estas vivencias.
Cuando esta
mañana he abierto la nevera he visto que apenas me quedan alimentos. Al inicio
del confinamiento la llené de todo tipo de alimentos. Ese chorreo de días en casa con tres comidas diarias ha ido mermando
los alimentos del frigorífico. Y eso que he estado racionalizando la comida. Las
raciones desde el primer día son más pequeñas en cada plato, las cenas están
siendo más austeras, no tiramos nada de alimentos a la basura, así que la
basura orgánica está al mínimo, aunque esto era algo que ya hacíamos.
Después de
la sesión de trabajo me voy a leer la prensa con la radio puesta.
Monotema,
las noticias son una noticia, la noticia.

No hay comentarios:
Publicar un comentario